¿Cómo funciona el sistema inmune?
Cuando se produce una invasión, nuestro organismo tiene varias líneas de defensa:
1º – Barreras: nuestra piel, nuestra barrera pulmonar, la barrera del estómago e intestino, jugos del estómago.
2º – Sistema inmune innato: formado neutrófilos, eosinófilos y macrófagos. En particular, los macrófagos se encuentran en los tejidos y son uno de los principales actores de la respuesta del sistema inmune. Ellos pueden diferenciarse hacia una actitud de lucha (M1) o reguladora (M2). Si se decide por la lucha, incentiva la inflamación y lo comunica al sistema inmune adaptativo, el cual genera una respuesta rápida, intensa y potente como defensa para matar al patógeno. Si por el contrario los macrófagos se diferencian hacia una actitud reguladora, llevan este mensaje al sistema inmune adaptativo para evitar la inflamación. Se activa así la memoria inmunitaria, que permitirá que el organismo reconozca al patógeno en futuras infecciones.
3º – Sistema inmune adaptativo: compuesto por linfocitos B y T. Los linfocitos B son el canal de comunicación entre los macrófagos (M1 o M2) con los linfocitos T. Los linfocitos T son los que ejecutan la acción sugerida por el sistema inmune innato a través de sus macrófagos: de lucha o de regulación / reparación / memoria. Dependiendo de la respuesta requerida, los linfocitos T que se activan también son diferentes: los T citotóxicos actúan en caso de lucha, los T reguladores reparan y los T CD8 generan la memoria celular haciendo que, si el mismo patógeno vuelve a entrar en el organismo, el sistema inmune sea más eficiente en su respuesta.
Hay estudios que confirman que tanto los macrófagos M1 como los linfocitos T citotóxicos (los de lucha) se alimentan de glucosa. En cambio, los macrófagos M2, los linfocitos T reguladores y los T CD8 (los de reparación y memoria) obtienen energía quemando grasas. Tener flexibilidad metabólica implica tener la capacidad de usar cualquier tipo de combustible para el buen funcionamiento y modulación del sistema inmune. En especial, las personas con resistencia a la insulina, por los mecanismos que hemos explicado anteriormente, tienen un organismo acostumbrado a usar sólo glucosa, y por lo tanto no saben modular hacia una respuesta reparadora sino que ésta es siempre de lucha, muchas veces exagerada. La resistencia a la insulina también genera adipocitos hipertróficos que no logran vaciarse para que su grasa sea usada como combustible, dejando por lo tanto al sistema inmune adaptativo sin la posibilidad de dar una respuesta reguladora.
Dada la evidente importancia de esta flexibilidad, debemos pensar más en estrategias inmuno-reguladoras y no sólo inmuno-supresoras como las utilizadas hasta ahora.
Fuentes:
Turvey SE, Broide DH. Innate immunity. J Allergy Clin Immunol. 2010 Feb;125(2 Suppl 2):S24-32. doi: 10.1016/j.jaci.2009.07.016. Epub 2009 Nov 24. PMID: 19932920; PMCID: PMC2832725.
Wynn TA, Vannella KM. Macrophages in Tissue Repair, Regeneration, and Fibrosis. Immunity. 2016 Mar 15;44(3):450-462. doi: 10.1016/j.immuni.2016.02.015. PMID: 26982353; PMCID: PMC4794754.
O’Neill LA, Kishton RJ, Rathmell J. A guide to immunometabolism for immunologists. Nat Rev Immunol. 2016 Sep;16(9):553-65. doi: 10.1038/nri.2016.70. Epub 2016 Jul 11. PMID: 27396447; PMCID: PMC5001910.