¿Debemos consumir alimentos ‘sin gluten’?

La mayor concienciación sobre los peligros del gluten para personas celíacas ha repercutido en la industria alimentaria, que ha creado toda una variedad de productos en su versión “sin gluten”. Estos productos transmiten a su vez una (generalmente falsa) idea de ser saludables, motivando su consumo también a personas que en principio no presentan una intolerancia. Sin embargo, los productos “sin gluten” tienen una característica en común por lo que deberíamos evitarlos: son productos. Esto significa que, a pesar de no tener gluten, pueden contener una gran cantidad de azúcar, grasas no saludables, aditivos y conservantes que conllevan los mismos perjuicios para la salud que cualquier otro producto procesado. En algunos casos incluso la cantidad de aditivos puede ser mayor que en un procesado normal, para reemplazar la presencia del gluten que hubiera contenido el producto original.

Otro punto para tener en cuenta es que, incluso para celíacos o intolerantes, los productos etiquetados “sin gluten” pueden ser peligrosos. La normativa actual permite colocar dicha etiqueta inclusive si el producto contiene un mínimo porcentaje de gluten: 20 partes en un millón, ya que proporciones menores no se pueden medir y por lo tanto no se puede garantizar la ausencia de gluten en un 100%. Si bien ese mínimo porcentaje puede que no genere una reacción inmune automática en la persona que lo consume, si se consume una gran cantidad de este tipo de productos, la sumatoria de esos pequeños porcentajes será representativa y generará los efectos que estamos intentando evitar.

En todos los casos, la mejor estrategia es consumir alimentos que en su forma natural no contienen gluten: verduras, legumbres, carnes, pescados, frutas, frutos secos. No necesitamos que nos empaqueten la comida con una etiqueta verde para sentirnos seguros al consumirla: necesitamos aprender a alimentarnos con una dieta basada en comida real, de esa que no necesita etiquetas.

Es importante destacar que, mientras las personas diagnosticadas con celiaquía o intolerancia al gluten deben ser extremadamente cuidadosos y asegurarse de no contaminarse ni siquiera con trazas, el resto de las personas que no tienen especial sensibilidad pueden beneficiarse de reducir el consumo de gluten, pero no se recomienda en ningún momento eliminarlo del todo. Ya que en el día a día es muy difícil evitar las trazas, es posible que consumamos algo de gluten en algún momento y que nos siente muy mal solo por haber desacostumbrado a nuestro cuerpo, con el riesgo de desarrollar una sensibilidad que antes no estaba allí. Recordemos además que tenemos de por sí pocas enzimas para digerir el gluten y si no las usamos nunca, las perderemos.

El día a día puede ser complicado para un celíaco y no hay necesidad de ser tan estrictos si no somos intolerantes al gluten; podemos minimizar su consumo y priorizar su calidad (escogiendo por ejemplo panes artesanales frente a industriales) sin excluirlo de nuestra dieta de manera definitiva y aun así obtendremos beneficios.

Sin embargo, si tenemos sospechas de intolerancia al gluten o celiaquía, es importante confirmarlo antes de dejar de consumirlo sin más, para así escoger la estrategia correcta ya que minimizarlo no sería suficiente: deberíamos eliminarlo por completo. Además, si intentamos obtener un diagnóstico después de haber dejado el gluten al menos parcialmente, puede que el examen no permita diagnosticar la enfermedad por resultar en falsos negativos, y sigamos viviendo en la confusión.

Para saber más:

Celicidad Sin Gluten – https://celicidad.net/

Dra. Sari Arponen – «¡Es la microbiota, idiota!» – Ed. Alienta (2021)

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